30.9.06

LARGA VIDA


El que no llega a viejo, le cuesta la vida. La tercera edad, los viejos o longevos o como los queramos denominar, son las personas ancianas que viven con o entre nosotros. Es verdad que cuando somos mayores, generalmente cambiamos la forma de ser y de actuar con los seres queridos. Nuestros hijos tienen que soportar nuestras impertinencias o rarezas, porque ya no se actúa con el mismo sentido de un hombre joven. Cuando se es niño, indiscutiblemente se piensa en el juego, en las vacaciones, en los cumpleaños y en los Reyes Magos. De adolescente, ya en la pubertad, se comienza a formar parte de alguna pandilla de amigos, a pasear y correr en moto. Cuando se ha cumplido el servicio militar -que ya no tienen que hacerlo- y se tiene novia, la mente ya comienza a pensar el tiempo que le queda para su boda. Ya casado, la pretensión de todo ser es formar una familia, nuestros hijos forman otras ramificaciones familiares y, sin apenas enterarnos, nos hacen abuelos.

Por este cambio producido en nuestra naturaleza, me gustaría preguntar a los niños, a los adultos y a toos los que aún no son viejos: ¿Habéis pensado alguna vez que el viejo no nace siendo abuelo? ¿Le dáis a vuestros mayores el sitio que les corresponde? ¿Sabéis afrontar y superar sus rarezas? ¡Todos somos iguales! Niños, mayores y viejos, y cada uno actuamos según en la época en la que nos encontremos. Démosle a cada cual el sitio que le corresponde y tengamos siempre presente, que el niño se hace adolescente, más tarde hombre, y éste que os habla, que también fue mancebo, ya ha vivido todas estas etapas. Pero nunca olvida, que el que no llega a viejo es porque le ha costado la vida.

Abuelo Chano.


"Quiero mi honesta varonía
transmitir al hijo y al nieto,
renovar en la vara mía
el respeto"

Valle Inclán