24.5.12

"El Guardia del Pájaro"


  

La policía municipal, los municipales como siempre les hemos llamado, han sido una de las instituciones destacadas de nuestro pueblo. Su vestimenta, la misma en invierno que en verano hasta los años setenta, la especie de salacot blanco con el que se cubrían y la relación que tuvieron con los ciudadanos, como parte del pueblo que eran, los diferenciaba de cualquier otra organización armada. 
  
El escaso salario, las largas jornadas y el poco reconocimiento social que tenían, hacía que a guardia sólo se metieran quienes no tenían otro camino.


Sin embargo, perseverantes, ahí estaban. Hiciera frío, calor, lloviera o venteara, siempre nos encontrábamos un municipal dirigiendo el tráfico en ese cruce tan conflictivo -entonces no había semáforos ni rotondas- en el que entroncaba la carretera de Medina con la de Cádiz-Málaga. En los días duros de invierno, aguantaba sin protección alguna, cuando en el verano apretaba el calor, el alquitrán se derretía bajo sus pies, por lo que tenía que estar subido en un cartón al que le echaba agua constantemente. Un año, por Navidad, Manolo Ordóñez, que tenía un bar al comienzo de la calle Ancha y que era concejal, cogió varias cajas vacías, alguna botella de licor, turrón y polvorones y lo puso todo alrededor del guardia. La gente, al verlo, empezó a traer aguinaldos. Me contó el guardia Nicolás Garrote Puerta –en que aparece en la fotografía- que un año hasta les llevaron un cordero, que tuvieron amarrado junto a los demás regalos. De esta manera, al igual que en muchos pueblos, comenzó una costumbre que duró varios años.