29.8.12

Las Barberías en Chiclana



Las barberías en Chiclana eran algo más que un lugar a donde se iba para afeitarse o cortarse el pelo... o para arreglarse, que era las dos cosas a la vez. Lugar de tertulia, biblioteca, sillón de confidencias, confesionario, sitio donde soltar las penas y, sobre todo, ponerse al día de todo cuanto sucedía. Yo nunca he tenido un barbero fijo, por lo que conozco a casi todos.

Paquito el barbero y sus hijos, Juan, Paco y José María Gómez Manín. Virginio el de la Plaza Mayor. Añón en el Barrio Nuevo. El maestro Caña, en la calle Botica. Luis el Loco frente a “Salvaora” en la calle El Cierro. Perico Castaño, padre de Pepe, frente a Don Puyazo. Miguel Medio Peo, junto al Arquillo del Reloj. Juanelo en la calle Larga. El Chicharito, al lado de Navarro en la calle La Vega. Manolo Puntillita, junto a Jisol y frente a la telefónica. Papilla, en la Plaza de España. El Lele, donde ahora está la Peña de Emilio Oliva. El Lucero, en la Alameda del Piojito. Juan Matita, en la calle Ancha. Paco Vázquez, frente a Sillero. Miguel Pérez, primero en la calle Ancha y por último frente a la Cafetería el Teatro. Manolito, en la calle Fierro. El maestro Purguita, en la calle Ancha. Víctor, en la calle Carne frente al Chícharo. Junto al Ayuntamiento Joaquín el Pombo, más tarde estuvo allí mismo Pepe Mejías. Juan Velázquez Sánchez “El Rurro”, que trabajó y cantó con Miguel Pérez García y ahora tiene su barbería en el callejón Palmarete frente al colegio Serafina Andrade. De los peluqueros actuales conozco a pocos porque ahora me arregla una nieta, pero no quiero dejar de nombrar a la cooperativa de la calle La Fuente -Rafael Jiménez, Ángel Bolaños, Juan Jiménez, los hermanos “Matitas” Juan y José Aragón y Alfonso Marín- jóvenes que aprendieron el oficio de estos mayores y supieron adaptarse a los nuevos tiempos.

Y he dejado para el final, queriendo, a: Agustín Colchón García. En su barbería además de pelarnos o afeitarnos, podemos visitar un museo. Agustín es además de barbero, pintor autodidacta. Empezó en la calle La Vega con El Lele y allí afeitó a Pepe Marchena que al terminar le dijo: “Aquí tienes cuatro pesetas, dos por el afeitado y las otras dos para que vayas a verme cantar esta noche”. “Maestro -le contestó- que la entrada vale cuatro pesetas”. Y el cantaor, con lógica, le respondió: “Pon tú las dos que faltan”. Ahora que ya tenemos museo de Chiclana, espero que le guarden un rinconcito.
Abuelo Chano