DÍA INTERNACIONAL DEL LIBRO

Lo importante para que se inicie un niño a la lectura es crear una relación afectiva con los libros desde pequeños. Desde que son muy bebés hay que contarles cuentos. Primero es el “¿quieres que te cuente un cuento?”; después el “¿quieres que te lea un cuento?”, y más tarde ya serán ellos los que cojan el libro. Cada generación se define a sí misma y me parecen geniales las diversas manifestaciones culturales que hay hoy día. Por lo que yo he vivido, el leer te da mucha imaginación, te proyecta como individuo, te da otra manera de vivir, te hace ser mucho más crítico y te convierte en un agente mucho más activo.
Los de mi quinta os acordaréis como aprendíamos a leer los niños antes. Después del colegio y sin ganas de hacer tarea, nos poníamos a “jugar” con los cuentos. Leíamos el TBO, Pulgarcito, El Guerrero del Antifaz, El Capitán Trueno con sus amigos Goliat y Crispín, El Jabato, Roberto Alcázar y Pedrín, Mortadelo y Filemón, y todas las historias que caían en nuestras manos. Cuando nos cansábamos de leer y cambiarnos cuentos y estampitas, jugábamos a las Chapas, a las bolas, a salto Pared, al Pincho, al Trompo, al Contra, al Escondite, a Piola cantando: "A la una saltaba la mula, a las dos tiró la coz, a las tres Juan Perico y Andrés, a las cuatro el peor salto, a las cinco el mejor brinco…y así hasta que rozabas al que hacía de burro y perdías.


Las niñas a los Cromos, al Yo-yó, a la Comba, con una soga o cuerda, cantaban: "Al pasar la barca me dijo el barquero: Las niñas bonitas no pagan dinero. Doña Inés ¿cuántos hijos vas a tener… Que una que dos siquitré, que yo te convidaré. A la pelota, Ya no bota mi pelota, mi mamá me compra otra". Y niños y niñas jugábamos a El patio de mi casa "¡Agáchate, y vuélvete a agachar!" "chocolate, molinillo, corre, corre, que te pillo"…
Pero no debemos de olvidarnos, que antes de empezar un juego de grupo, había que saber quién se quedaba. Es decir: Si jugábamos al esconder, uno era el que se quedaba con los ojos cerrados cantando: Diez, veinte, treinta…pero antes había que hacer un sorteo. Los más jóvenes, no os podéis imaginar como se llevaba a cabo ese sorteo. Nos poníamos juntos y se cantaba: En la pa-pe-le-rí-a de Na-va-rro hay un cu-en-to que di-ce que tu te que-das. La Papelería de Navarro nos solucionaba el problema. El resto gritaba ¡Te la queda!. Aunque os parezca una tontería, Navarro para nosotros, siempre fue nuestra papelería.
Abuelo Chano.
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