LA GUITARRA FLAMENCA


El rajo que le dieron al cante el Fillo, Enrique el Mellizo, Fosforito el Viejo, Juan Talega o Manolo Caracol, Camarón de la Isla o cantaores actuales como José Mercé, es una dicción especial que no sabemos si identificar como ‘racial’ o como ‘cultura’, pero que probablemente es una mezcla de ambas cosas. No solamente cantan flamenco los mencionados anteriormente, hay un tipo de voz muy flamenca que no es gitana, a la que a veces se la ha denominado ‘redonda’, ‘flamenca’. En palabras de Molina y Mairena es dulce, pastosa y viril, de dicción más clara. Podemos identificarla como andaluza: pensemos en Silverio Franconetti, D. Antonio Chacón, Cojo de Málaga o, por citar dos cantaores actuales no gitanos, Francis Bonela o Maite Martín. Esta cantaora viene a demostrarnos con su fino arte que el cante Flamenco no es exclusivamente grito desgarrado sino sensibilidad artística musical. Las glosolalias y los melismas expresivos son característicos del etilo de canto flamenco, independientes del tipo de voz. En cuanto a la guitarra, en el estilo del toque flamenco nos encontramos con otra feliz combinación, esta vez entre los acordes rasgueados -que dotan al cante de un cierto acompañamiento armónico, de origen ‘popular’-, y el punteo contrapuntístico, muy expresivo. Ambas técnicas ya están prefiguradas desde antiguo: el rasgueado desde la Edad Media (guitarra castellana) y el punteado en la técnica de la guitarra morisca y en el toque de los vihuelistas renacentistas. Algunos autores han señalado la posible relación existente entre las falsetas de la guitarra flamenca y las variaciones o diferencias de los vihuelistas del siglo XVI, quienes, como los guitarristas flamencos, cultivaron la improvisación. En efecto, el perfeccionamiento del toque flamenco no procede sólo de la genialidad de guitarristas intuitivos que comenzaran a construir desde la nada, sino que recibe y asimila técnicas de la guitarra clásica. Este perfeccionamiento ha avanzado especialmente a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, a través de hitos como Ramón Montoya, Sabicas o Paco de Lucía.

Paco es el referente de todos los aficionados –gitanos y payos– del siglo XX y XXI. Como para mí es el “mejor que ha dado la historia”, a él le dedico estas líneas.
Pepe Marín de Radio Jerez, fue el que lo presentó en Chiclana el año 1974, y entre otras muchas cosas dijo de él "Toco por que me gusta, toco para evolucionar un arte que no ha tenido categoría suficiente. A los guitarristas nos han llamado siempre los banderilleros del cantaor. La guitarra es mi lenguaje".
¿Qué podría añadir yo a la trayectoria del mejor guitarrista flamenco que ha dado la historia?. Solamente decirle a los jóvenes que comienzan a "tocar" este bello instrumento, que hoy existen medios para aprender técnicas y toques que antes los aficionados como yo, teníamos que ponernos junto a la radio o tocadiscos y una y otra vez oyendo los toques y tratando de imitarlos. Cuando tuve la gran suerte de asistir a la Caseta Municipal de mi pueblo para presenciar el concierto de Paco, me encontraba en primera fila con los aficionados siguientes: Juan Pelote, Miguel Pérez, Antonio Mota, Paquito de Chiclana, José Parra "Niño de la Peña", mi hermano Manolito, mi compare José Espada (Que tiene un compás mucho mejor que muchos de los artistas considerados buenos guitarristas). Además también se encontraban los aficionados al cante.

Aún conservo una cinta que grabé. Al principio esa rumba tan famosa no se llamaba entre dos aguas, sino "Rumba improvisada".
Tendida en la madrugada,
la firme guitarra espera:
voz de profunda madera desesperada.
Su clamorosa cintura,
en la que el pueblo suspira,
preñada de son, estirala carne dura.
Arde la guitarra sola,
mientras la luna se acaba;
arde libre de su esclavabata de cola...
Nicolás Guillén
Abuelo Chano.
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