El domingo 5 de enero de 1.902, a las diez y media de la mañana, con veintiséis años, celebró por vez primera el Santo Sacrificio de la Misa. Apadrinó al misacantano Don Bonifacio Domínguez Gil, y ensalzó las glorias del sacerdocio Don Juan Galán Caballero.
La familia tiró la casa por la ventana. La Iglesia Mayor Parroquial, el Arquillo del Reloj y su casa estaban iluminadas eléctricamente. Se celebró una gran fiesta, repartiéndose limosnas de pan entre los pobres. Al día siguiente y a la misma hora, dijo su segunda Misa en la Iglesia Prioral de S. Sebastián de la villa de Puerto Real.
Al comenzar su vida sacerdotal es destinado al Real Sitio de la Granja de San Ildefonso (Segovia). En 1906 marcha a Argentina desarrollando su labor pastoral en la diócesis de Buenos Aires. Siendo nombrado capellán del Hospital Interzonal General de Agudos “Pedro Fiorito”. Después de siete años fuera de su país, regresa a Chiclana afincándose definitivamente en su pueblo natal.
Buenos Aires Lo primero que se ve obligado a hacer es certificar personalmente su existencia, pues el beneficio del que disfrutaba en el Real Sitio de la Granja de San Ildefonso le había sido retirado y su cargo declarado vacante, con la excusa de que había muerto en las Américas. Una vez reintegrado en su puesto mediante una Real Orden dada en marzo de 1914, comienza una frenética labor social y cultural que durará prácticamente hasta su muerte el sábado 5 de enero de 1957.
Real Sitio de la Granja de San Ildefonso (Segovia)
1914 es el año en el que comienza a forjarse la leyenda del Padre Salado. Se dio cuenta de que en los actos conmemorativos del centenario de las Cortes de Cádiz, no se hablaba para nada de la Batalla de Chiclana. Hace gestiones y el 24 de junio de ese mismo año consigue la colocación de una placa en la calle La Vega y que esa calle se denomine desde entonces 5 de marzo de 1811.
Ese mismo día, coincidiendo con el primer centenario de la inauguración de la Iglesia Parroquial San Juan Bautista, se erige por suscripción popular en la Alameda El Piojito, que se llamaba Plaza de la Libertad y que ahora es la Plaza de Andalucía, un monumento a Don Antonio Cabrera Corro “El Magistral Cabrera”. El magistral se encuentra dado de la mano de un viticultor que porta en su hombro izquierdo una azada y una capacha. Están rodeados de racimos de uva y hojas de cepas y en el pedestal se pueden leer las siguientes inscripciones: “La ciencia y el trabajo honran a los pueblos, caridad, laboriosidad, patriotismo. Fecha 24 de junio de 1914. Autor de la escultura D. Aragonés”. ¿Y quién pronuncia el discurso inaugural? ¡El cura! Se dirige a los presentes, hace un encendido elogio del homenajeado y les recuerda la frase que pronunció un día el obispo Fray Félix en referencia al Magistral: “Tu pueblo si quiere honrarse, te levantará en su día una estatua”. Esta escultura se encuentra actualmente en el ático o patio de entrada de la Iglesia de San Sebastián.
Abuelo Chano.